"Lo importante no es lo que hicieron conmigo...


sino lo que hago yo,

con lo que hicieron conmigo"

Sartre





"Yo he de ayudar a hacer visible su propio mundo...eso es todo"

"Yo he de ayudar a hacer visible su propio mundo, eso es todo"

“- Es para mi una alegría, querido Harry, poder hacerle a usted hoy un poco los honores. Muchas veces ha estado usted muy cansado de la vida; usted se afanaba por salir de aquí, ¿no es verdad? Anhelaba abandonar este tiempo, este mundo, esta realidad, y entrar en otra realidad mas adecuada a usted, en un mundo sin tiempo. Hágalo usted, querido amigo, yo le invito a ello. Usted sabe muy bien donde se oculta ese otro mundo, y que lo que usted busca es el mundo de su propia alma. Únicamente dentro de su mismo interior vive aquella otra realidad por la que usted suspira. Yo no puedo darle nada que no exista ya dentro de usted. Yo no puedo presentarle ninguna otra galería de cuadros que la de su alma. No puedo dar a usted nada: solo la ocasión, el impulso, la clave. Yo he de ayudar a hacer visible su propio mundo... eso es todo.”

Hermann Hesse "El lobo estepario"


Quien soy y que hago...

Claudia Hernández

Soy Lic. en Psicología, egresada de la UBA.
Me formo como terapeuta gestáltica con Kita Cá y Elsa Lanza en la Casa de Floresta.
En el camino de mi evolución personal, he participado en el seminario teórico-vivencial correspondiente al Programa Internacional SAT I, II, III y IV bajo la coordinación general del Dr. Claudio Naranjo.
Actualmente trabajo en la Casa de Floresta, y en mi consultorio particular de Villa Devoto, atendiendo en forma individual y co-coordinando grupos mixtos, donde se integran la Psicoterapia Gestáltica y las Escenas Teatrales.


miércoles, 11 de agosto de 2010

¿Resultará más práctico dotarse de una epidermis de verruga que adquirir una psicología de colmillo cariado?

Aunque ya han transcurrido muchos años, lo recuerdo perfectamente.

Acababa de formularme esta pregunta, cuando un tranvía me susurró al pasar:

“¡En la vida hay que sublimarlo todo... no hay que dejar nada sin sublimar!”

Difícilmente otra revelación me hubiese encandilado con más violencia: fue como si me enfocaran, de pronto, todos los reflectores de la escuadra británica.
Recién me iluminaba tanta sabiduría, cuando empecé a sublimar, cuando ya lo sublimaba todo, con un entusiasmo de rematador... de rematador sublime, se sobreentiende.

Desde entonces la vida tiene un significado distinto para mí. Lo que antes me resultaba grotesco o deleznable, ahora me parece sublime. Lo que hasta ese momento me producía hastío o repugnancia, ahora me precipita en un colapso de felicidad que me hace encontrar sublime lo que sea: de los escarbadientes a los giros postales, del adulterio al escorbuto.

¡Ah, la beatitud de vivir en plena sublimidad, y el contento de comprobar que uno mismo es un peatón afrodisíaco, lleno de fuerza, de vitalidad, de seducción; lleno de sentimientos incandescentes, lleno de sexos indeformables; de todos los calibres, de todas las especies: sexos con música, sin desfallecimientos, de percusión!

Bípedo implume, pero barbado con una barba electrocutante, indescifrable.

¡Ciudadano genial — ¡muchísimo más genial que ciudadano!— con ideas embudo, ametralladoras, cascabel; con ideas que disponen de todos los vehículos existentes, desde la intuición a los zancos! ¡Mamón que usufructúa de un temperamento devastador y reconstituyente, capaz de enamorarse al infrarrojo, de soldar vínculos autógenos de una sola mirada, de dejar encinta una gruesa de colegialas con el dedo meñique!...

¡Pensar que antes de sublimarlo todo, sentía ímpetus de suicidarme ante cualquier espejo (…)!

Que otros practiquen —si les divierte— idiosincrasias de felpudo. Que otros tengan para las cosas una sonrisa de serrucho, una mirada de charol.

Yo he optado, definitivamente, por lo sublime y sé, por experiencia propia, que en la vida no hay más solución que la de sublimar, que la de mirarlo y resolverlo todo, desde el punto de vista de la sublimidad.


Oliverio Girondo

Oliverio Girondo

¿Dónde?

¿Me extravié en la fiebre?


¿Detrás de las sonrisas?


¿Entre los alfileres


¿En la duda?

¿En el rezo?

¿En medio de la herrumbre?

¿Asomado a la angustia, al engaño, a lo verde?...

No estaba junto al llanto,

junto a lo despiadado,

por encima del asco,

adherido a la ausencia,

mezclado a la ceniza,

al horror, al delirio.

No estaba con mi sombra
,
no estaba con mis gestos,

más allá de las normas,

más allá del misterio,

en el fondo del sueño,

del eco, del olvido.

No estaba.

¡Estoy seguro!

No estaba.